sábado, 14 de septiembre de 2013

HERMANAS DE LA CARIDAD DOMINICAS DE LA PRESENTACIÓN

"Conocer y anunciar a Jesucristo es nuestra Misión.

Donde Dios, la iglesia, la congregación y nuestros hermanos nos necesiten".




"Conservad la presencia de Dios en todas vuestras acciones".

Marie Poussepin



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Conoce la vida de Marie Poussepin

En este Video conoce la vida de Marie Poussepin, fundadora de las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación. 

Un recorrido por los lugares donde ha crecido la semilla depositada en tierra buena. Quien desee conocer más su Carisma puede consultar la Pagina Web: www.presantafe.com.co o comunicarse al telefono 8062056 en el Polo Club. donde funciona la Casa del Postulantado. La primera etapa de la formación.





La Vocación

LA VOCACIÓN

La vocación sacerdotal y/o religiosa  es un don de Dios, que constituye ciertamente un gran bien para quien es su primer destinatario. Pero es también un don para toda la Iglesia, un bien para su vida y misión. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales. En consecuencia, la pastoral vocacional tiene como sujeto activo, como protagonista, a la comunidad eclesial como tal, en sus diversas expresiones: desde la Iglesia universal a la Iglesia particular y, análogamente, desde ésta a la parroquia y a todos los estamentos del Pueblo de Dios.

Es muy urgente, sobre todo hoy, que se difunda y arraigue la convicción de que todos los miembros de la iglesia, sin excluir ninguno, tienen la responsabilidad de cuidar las vocaciones.

La primera responsabilidad de la pastoral orientada a las vocaciones sacerdotales es el Obispo, que está llamado a vivirla en primera persona, aunque podrá y deberá suscitar abundantes tipos de colaboraciones. A él, que es padre y amigo en su presbiterio, le corresponde, ante todo, la solicitud de dar continuidad al carisma y al ministerio presbiteral, incorporando a él nuevos miembros con la imposición vocacional esté siempre presente en todo el ámbito de la pastoral ordinaria, es más, que esté plenamente integrada y como identificada con ella. A él compete el deber de promover y coordinar las diversas iniciativas vocacionales.
El Obispo sabe que puede contar ante todo con la colaboración de su presbiterio. Todos los sacerdotes son solidarios y corresponsables con él en la búsqueda y promoción de las vocaciones presbiterales. En efecto, como afirma el Concilio, «a los sacerdotes, en cuanto educadores en la fe, atañe procurar, por sí mismos o por otros, que cada uno de los fieles sea llevado en el Espíritu Santo a cultivar su propia vocación».

Una responsabilidad particularísima está confiada a la familia cristiana que en virtud del sacramento del matrimonio participa, de modo propio y original, en la misión educativa de la Iglesia maestra y madre. Como han afirmado los Padres sinodales, «la familia cristiana, que es verdaderamente "como iglesia doméstica" (Lumen gentium, 11), ha ofrecido siempre y continúa ofreciendo las condiciones favorables para el nacimiento de las vocaciones. Y puesto que hoy la imagen de la familia cristiana está en peligro, se debe dar gran importancia a la pastoral familiar, de modo que las mismas familias, acogiendo generosamente el don de la vida humana, formen "como un primer seminario" (Optatam totius, 2) en el que los hijos puedan adquirir, desde el comienzo, el sentido de la piedad y de la oración y el amor a la Iglesia» En la continuidad y en sintonía con la labor de los padres y de la familia está la escuela, llamada a vivir su identidad de «comunidad educativa» incluso con una propuesta cultural capaz de iluminar la dimensión vocacional como valor propio y fundamental de la persona humana. Papa Benedicto XVI,